De Mendiolaza al mundo de los museos

Surge el Museo de la Palabra Habitada en la Infancia, un diálogo entre pares e intergeneracional

Entrevista a Celina Hafford – Museóloga, investigadora y editora

De Mendiolaza al mundo de los museos celina hafford

De Mendiolaza al mundo de los museos

Estudió arte, historia y filosofía y dice que la museología fue amor a primera vista. Actualmente coordina el proyecto de creación del Museo de la Palabra Habitada en la Infancia. Es Magíster en Museología. Fue Directora del Museo de Arte Religioso Juan de Tejeda, del Museo San Alberto y del Museo de Sitio Cripta Jesuítica de la ciudad de Córdoba. También fue Curadora general de la Feria Mercado de Arte Contemporáneo de Córdoba. Es docente en trayectos de posgrado y programas de especialización en museología y patrimonio en la UNT, UNC, UNL. Investiga los discursos y narrativas de los museos y las perspectivas decoloniales en el contexto latinoamericano. Es vecina de Mendiolaza desde hace más de quince años y trabaja en la construcción de un museo donde las infancias puedan expresar el mundo.

De Mendiolaza al mundo de los museos – ¿Cómo se construye un museo sin colección?

–La idea de que los museos sí o sí tenían que tener colección para poder constituirse como tales ha cambiado. Incluso hay grandes museos del mundo que laburaron sin colección y la fueron conformando en el devenir de los años, con las donaciones que fueron recibiendo. El caso más emblemático es el del Museo del Holocausto en Jerusalem. Que de hecho es un museo que cuando se crea, se desarrolla con una planta y niveles de depósito para que fueran completados. Una expectativa de cómo se iba a ir conformando la colección. Hoy están haciendo un edificio nuevo para agregar todo lo que no entró. Muy interesante la idea. Los museos que no tienen colección parten de una misión que se plantean como objetivo y en función de eso se van conformando las colecciones. También hay museos que no tienen colección en absoluto y generan sus intervenciones museales a partir de las narrativas. Es un poco el caso del museo que estoy tratando de crear ahora.

Un museo de las infancias

–El Museo de la Palabra Habitada en la Infancia nace de una sala de lectura infantil y juvenil excepcional, la Sala Malicha. Un espacio que a pesar de que va a cumplir veintiocho años, fue cerrado por cada una de las gestiones de gobierno. Cuando yo deje el Museo de Arte Religioso, propuse reabrir esa sala de lectura. Es un lugar que yo habite mucho con mi hija, y propuse reabrirlo ampliando el proyecto. Un museo híbrido que sea museo, sala de lectura y centro cultural. Es decir, ofreciendo estas exposiciones de acuerdo a la narrativa sin perder la literatura como punto de aproximación entre los públicos y lo que queremos comunicar. Ese proyecto va a trabajar a partir de colecciones en préstamos, de piezas prestadas para poder generar esa narrativa. Es un proyecto que ya se ganó un premio aún antes de ser museo. Digamos, como proyecto es tan alentador que la Fundación Williams nos premió. Nos dió un millón de pesos para llevar adelante uno de los muchos proyectos que tiene el museo, una sala itinerante.

Un museo de la palabra

De Mendiolaza al mundo de los museos interior del museo

De Mendiolaza al mundo de los museos

–El otro día escuchaba a la Directora del Museo de Antropología decir algo muy interesante a propósito del museo que ella dirige: «este es un museo donde lo que exhibimos son ideas». Me pareció interesante porque en los museos estamos acostumbrados a exhibir la materialidad de las cosas. Tomando eso y llevándolo al museo que estamos impulsando, cuyo nombre es Museo de la Palabra Habitada en la Infancia, lo que ponemos en exposición y como ejercicio es la palabra. Lo que se dice con la palabra, el modo poético, incluso lo que se silencia, lo que no tiene palabras, todavía en las infancias el lenguaje es otro. Entonces lo que estamos tratando de proponer es como aproximarnos a un ejercicio de la palabra sin mediación adultocéntrica. La verdad es que vamos a hablar siempre de cosas distintas porque depende de qué palabra pongamos en la escena cada vez. Qué palabra, qué concepto, qué idea.

Un proyecto para que las infancias hagan ejercicio de sus derechos

–En 2020, el proyecto fue iniciado con esa renovación hacia ese formato híbrido. Nosotros ya estamos funcionando como sala de lectura, sala de exposiciones y toda una serie de propuestas culturales. Funciona en el Cabildo de Córdoba, en pleno centro de la Ciudad, en torno al patio menor del Cabildo, son siete las salas del patio. Algo que nos emociona mucho. Esperamos que sea el puntapié para que finalmente sea nombrado como museo este año, ya que en julio la Ciudad cumple los cuatrocientos cincuenta años. Entonces toda la propuesta de este año gira en torno a la idea de un cabildo abierto para las infancias. ¿Qué es aquello que las niñas, niños y adolescentes de nuestra ciudad tienen para decir al respecto? No solamente para los que se los convoca generalmente; cómo te gustaría habitar tu ciudad, qué propuestas queres. Sino cómo hacer ejercicio de sus derechos en la ciudad. En este caso compartido con los adultos. Lo que estuvimos trabajando el año pasado fue empezar a ver cuáles son las palabras que más usan, que más les inquietan. Que es un espectro amplio porque nuestras salas reciben a niños de cero a dieciséis años como colección de este fondo bibliográfico. También recibimos investigadores.

Instituciones que acompañan

–Estamos trabajando con algunas instituciones. Para empezar, la Universidad Nacional de Córdoba. También nos acompaña informalmente Cedilij, (Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil). Informalmente porque no hay convenio pero nos apoyamos muchísimo. Es un colectivo voluntario muy importante de la región y en ellos nos apoyamos mucho porque originalmente, cuando se crea esta sala de lectura que se llama Malicha Leguizamon, surge con el acompañamiento de Cedilij. Entonces en esta reapertura, después de estar tanto tiempo cerrada, a mi me parecía fundamental volver al origen. Con tanto proyectos que fueron corriendo el punto de atención que era la literatura infantil y juvenil y las infancias era necesario volver al punto original. A partir de ahí es que este año lo dedicamos a hacer entrevistas a todas las personas que participaron del proyecto inicial. A entrevistar y conocer los proyectos de cada una de las personas que tuvieron su paso a lo largo de los años hasta configurar nuestro propio proyecto que es muy hermoso.

Las estrategias

–Nosotros insistimos mucho con los funcionarios de abrir este espacio como museo. La intención de convertirlo en museo no es solamente porque puede ampliar el proyecto original de la sala sino por una cuestión estratégica. Cerrar un museo tiene mala prensa, tiene un costo político, cerrar una sala de lectura no lo tiene. Es eso evidentemente porque todas las gestiones anteriores la cerraron. Se trata de eso, si lo convertimos en un museo nunca más se va a cerrar esta sala de lectura infantil.

Un espacio recreativo para que las infancias se nombren

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–Por otro lado, lo que defendemos con los funcionarios es que estamos proponiendo un espacio dentro de la Municipalidad que es el único que aborda a las infancias. Que está dispuesto a recibir a las infancias como espacio de ocio recreativo. Lo que yo llamo que no hay ninguna intervención instrumental. No estamos intentando enseñarle nada a los chicos. No estamos intentando educarlos en valores, ni educarlos en el deporte. Tampoco ocuparlos en el tiempo, cuando los padres ni pueden ocuparse de ese tiempo de los hijos. A lo que estamos invitando es a que los chicos puedan habitar ese espacio en sus propios términos y en el momento de ocio, del mismo modo que un adulto va a un museo. Los adultos van a los museos en los espacios de ocio. Los niños van a los museos cautivos de las escuelas a aprender cosas para el aula. Nosotros lo que estamos proponiendo es que sea un espacio donde haya posibilidad de jugar, experimentar y tener una experiencia contemplativa. Son las formas en que los niños aprenden. Nuestro objetivo no es que aprendan, sino que puedan en un ejercicio de la palabra empezar a expresar el mundo. Expresar sus emociones, sus prácticas, sus deseos, sus temores dentro del museo. Es un diálogo, este museo se propone como un diálogo entre pares e intergeneracional.

 La editorial

–Además el museo tiene una dimensión editorial. Es el único museo que no depende de la Dirección de Museos sino que depende de la Dirección de Industrias Culturales y Creativas. Originalmente la Sala Malicha depende de la editorial. Entonces en esta línea se nos pide que generemos productos y nuestros productos son editoriales. De ahí viene la relación con mi editorial que es una historia aparte. Un museo tiene por un lado las exposiciones que es donde se desarrollan estas narrativas que te hablaba. Tiene una programación que genera vínculos con sus públicos. Entonces ofrecemos conciertos, talleres, conversaciones con artistas. Tenemos un ciclo de cine y otras cosas.

Documentar los procesos

Un museo tiene que documentar sus colecciones. En este caso no las tenemos, entonces lo que documentamos son los procesos que llevamos adelante. También tiene que realizar investigación. La investigación no es necesariamente pura y dura como la podemos entender sino que también puede ser recogida entre todos y decidir qué se publica. Cómo se publica, cómo se ilustra. Entonces tenemos dos líneas editoriales en este momento. Una sobre educación, que es una colección que se llama El Ojo en la Cerradura. El año que viene saca su primer número sobre censura en la literatura infantil y juvenil. Lo trabajamos con ocho especialistas invitadas de distintas áreas y dio la casualidad de que éramos todas mujeres, muy interesante. La otra colección nació en la pandemia, justo cuando nos hacemos cargo de la Sala, se llama Sacha Pichón, son unas hojitas coleccionables que cuando juntás los once números se hace un libro. Es un pequeño librito que ofrece literatura de muchísimo nivel pero con espacios para que haya intervención por parte de los niños. Entonces hay invitación a la lectura, a la escritura, a la observación del mundo y al recogimiento del mundo. Fue pensado como una forma de salir de las pantallas, para esa época donde la escuela, las relaciones humanas y todo pasaba por la pantalla.

 Otras experiencias similares

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–Otros proyectos así…. si hay muchos, Córdoba tiene, no con esas características, pero que fue emblemático para la Ciudad, ahora está en Villa Allende, se trata del Museo Barrilete. Es mucho más reducido el proyecto. Lo dirige Sabrina Villagra, es una maravilla de propuesta y lógicamente siempre es una invitación. Con quien hables de ese museo te lo va a decir. A mi me gustaba llevar a mis hijos porque a mi me gustaba estar ahí. Ese es un anhelo que tenemos con este espacio, porque ningún niño llega solo. Es importante conquistar a los adultos acompañantes también. Hay otro proyecto que me gusta mucho de México que se llama Museo Papalote. Si nosotros llegamos a ser una partecita chiquita de lo que ellos logran sería magnífico. Es un museo que solamente trabaja a partir de la demanda que plantean los chicos visitantes. Y la demanda es, queremos hablar de transfobia. Queremos hablar de infancias trans, de el derecho a la bicicleta, de por qué no todos tenemos zapatos. Ahí empieza toda la transformación. Nosotros estamos acostumbrados a decirles a les niñes lo que creemos que tienen que saber. Lo que creemos que tienen que hacer y ellos ya saben. Hay una intuición, una voluntad y un pensamiento crítico respecto del mundo que los rodea.

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