Una conmemoración con raíces en la memoria y el territorio
El pasado domingo, en San Miguel , en el límite entre Río Ceballos y Salsipuedes, se vivió un acto profundamente emotivo que conmemoró tres décadas de la creación de la agrupación Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S). El evento no sólo evocó un momento clave en la historia de los derechos humanos en Argentina, sino que también tuvo lugar en el sitio exacto donde aquella historia había comenzado, durante un campamento que cambiaría para siempre la vida de quienes participaron y el rumbo de la militancia. Como hace treinta años, llegaron desde distintos puntos del país y también desde Mendiolaza a la celebración de H.I.J.O.S
Valeria Velázquez, vecina de Mendiolaza e integrante del Parque de la Memoria de Río Ceballos, estuvo presente en aquel campamento fundacional. Hija de Carlos Velázquez, secuestrado en junio de 1976, Valeria guarda en su historia personal el hilo que conecta la lucha por la memoria con su propia biografía. Carlos era delegado gremial en la fábrica Forja y también músico, con un repertorio de canciones de protesta que reflejaban su pensamiento.
En diálogo con el programa Mañanitas de Mendiolaza, de la 102.7 FM Demendiolaza, Valeria recordó que la iniciativa de señalizar San Miguel como un lugar de memoria surgió este año desde el Parque de la Memoria, en el marco de las acciones que vienen realizando en la región. La propuesta pronto fue abrazada por diversas organizaciones, incluyendo comisiones de H.I.J.O.S. y el Archivo Provincial de la Memoria, lo que convirtió al homenaje en un esfuerzo colectivo.
El campamento que dio origen a una organización

Unos 60 jóvenes participaron del campamento hace 30 años. Desde Mendiolaza a la celebración de H.I.J.O.S
Aquel encuentro fundacional tuvo lugar a mediados de los años noventa, en un contexto nacional adverso para los derechos humanos. Las leyes de obediencia debida y punto final, seguidas por los indultos de Menem, habían clausurado toda posibilidad de justicia. En ese vacío nació la necesidad urgente de organizarse.
El germen de H.I.J.O.S. venía de experiencias anteriores como el Taller Cortázar, un espacio creado en los años 80, al inicio de la democracia, para trabajar con las infancias marcadas por la dictadura. “El taller era un lugar donde se trabajaba desde lo artístico y lo emocional. No se hablaba de frente del dolor, pero bastaba un abrazo, una escucha. Fue muy importante”, cuenta Valeria.
Con el dinero de un premio internacional que el Taller Cortázar había recibido en Francia, se decidió organizar un gran campamento, no sólo para los hijos que venían de aquellos talleres, sino también para otros que no habían tenido ese espacio de contención. Así nació el encuentro en San Miguel.
Durante esos cuatro días, lo que comenzó como una reunión informal se transformó en un espacio de reflexión colectiva. Fue allí donde nació la agrupación H.I.J.O.S., se definió su nombre y se redactó una carta abierta a la sociedad. Pero, sobre todo, se produjo un pasaje clave: el tránsito de la vivencia individual del dolor a una conciencia colectiva. “Lo que me pasó a mí, fue lo que nos pasó a todos”, dice Valeria, resumiendo el espíritu que los unió y les dio fuerza para salir a las calles, primero con los escraches y más tarde con el impulso renovado a los juicios por delitos de lesa humanidad.
Un túnel hacia la luz

«Logramos el Juicio y Castigo con 1.197 genocidas condenados». Desde Mendiolaza a la celebración de H.I.J.O.S
Treinta años después, San Miguel volvió a ser punto de encuentro. El acto del domingo reunió a personas de todo el país, muchas de las cuales habían estado en el campamento original. “Fue un momento histórico por lo que se conmemoraba, pero también por lo que volvió a suceder”, señaló Valeria.
Durante la jornada, el intendente de Salsipuedes compartió unas palabras que sintetizaron el espíritu del homenaje. Habló del túnel que da acceso al predio, un pasadizo oscuro de unos 50 metros que, al final, deja ver la luz. “Es una metáfora perfecta de lo que fue ese encuentro: atravesar la oscuridad del dolor para salir a la luz de la organización y la lucha”.
En el mismo sentido, el comunicado de la Red Nacional de H.I.J.O.S recordó «Desde aquella Semana Santa de 1995 en que nos encontramos para nombrarnos como Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio, hemos construido una agrupación nacional que tiene regionales en casi todas las provincias argentinas. Y que inspiró la organización de H.I.J.O.S. en otros lugares del mundo: México, Colombia, Perú, Guatemala, Chile, Nicaragua, Uruguay, Holanda, París, Barcelona, Berlín. Nacimos de una necesidad personal que era también colectiva, de construir nuestra identidad como hijos e hijas de una generación de revolucionarios que soñó con un país para todos y que fue perseguida, encarcelada, asesinada, torturada, forzada al exilio y desaparecida por genocidas civiles y militares para imponer un país para pocos.
En tiempos de impunidad, dijimos: Si no hay justicia, hay escrache, frente a las leyes de Punto Final, Obediencia Debida y los indultos, cuando los torturadores caminaban entre nosotros. ‘A dónde vayan los iremos a buscar’, cantamos en cada escrache con vecinas, vecinos y organizaciones sociales en los barrios donde vivían los genocidas. Junto a los organismos de Derechos Humanos y, especialmente con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, nuestras abuelas, las que nos enseñaron a luchar, logramos el Juicio y Castigo con 1.197 genocidas condenados y 139 verdades sobre nuestras hermanas y hermanos restituidos».