Peligra el reciclaje en Mendiolaza

El desafío de la cooperativa en tiempos de crisis

Peligra el reciclaje en Mendiolaza

La cooperativa de La Calera RECICAL, que trabaja con Mendiolaza recibiendo todos los residuos secos reciclables que produce la ciudad, enfrenta una profunda crisis que podría llevar al cierre de sus operaciones en los próximos meses. Así lo expresó Hugo Pedernera, presidente de la cooperativa. Además explicó que, pese al esfuerzo comunitario y al impacto positivo que el proyecto ha tenido en la región, la apertura de las importaciones, la crisis y la falta de apoyo económico por parte de las autoridades locales y provinciales llevan a que hoy peligra el reciclaje en Mendiolaza.

Los desafíos a futuro y la necesidad de apoyo institucional

El futuro de RECICAL es incierto. Desde marzo, la cooperativa enfrenta dificultades económicas debido a la caída de los precios de los materiales reciclables y al aumento de los costos operativos. Sin subsidios ni ayudas económicas, esta situación ha puesto en riesgo su continuidad, según advierte Pedernera: «Nosotros no recibimos ayuda de nadie, ni del gobierno ni de los municipios. Vivimos solo de lo que vendemos».

La planta recibe residuos reciclables de grandes productores, como las municipalidades de Mendiolaza, Saldán y La Calera, brindando un servicio sin costo, ya que los municipios sólo deben asumir los costos operativos de recolección y traslado a la planta. La cooperativa se encarga de acopiar, procesar y vender los materiales a diferentes empresas. Sin embargo, la apertura de las importaciones ha provocado que estas empresas prefieran comprar materiales importados a menor costo, afectando los ingresos de la cooperativa. En los primeros meses del año el precio del cartón diminuyó a menos de la mitad de lo que se vendía el kilo.

El cartón es el principal material recuperado de los desechos y las principales compradoras de Argentina se estoquearan con materia prima brasilera. Esto, sumado a la caída del consumo, amenaza la fuente de ingresos de millones de familias en el país. Se estima que, en Argentina, 200.000 personas trabajan en el rubro. Sólo en la ciudad de Córdoba, alrededor de 1.500 familias se agrupan en la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores y se calcula que hay otros 2.000 o 3.000 cartoneros independientes que no están contabilizados.

Ante este escenario, desde RECICAL buscan apoyo de los municipios que se han beneficiado de este sistema.

Por ejemplo, la municipalidad de Mendiolaza, al renovar el convenio, destacó los beneficios de trabajar con la cooperativa, como la cantidad de residuos secos que reciben, la flexibilidad en días feriados y el programa de capacitación que ofrece RECICAL. También resaltaron la colaboración con la Dirección de Ambiente para desarrollar un registro exhaustivo de los residuos secos, ayudando a analizar indicadores ambientales. Además, Mendiolaza carece de espacio físico, maquinaria, personal capacitado y recursos económicos para tratar sus residuos, lo que refuerza la importancia de la cooperativa. Pedernera enfatiza que, sin apoyo económico, la planta podría cerrar antes de fin de año, lo que obligaría a los municipios a asumir nuevamente los costos de disposición de residuos.

Mendiolaza y la cultura ambiental

«Si desaparecemos, los municipios van a tener que gastar mucho más en la gestión de los residuos”. Peligra el reciclaje en Mendiolaza

En Mendiolaza en el año 2017, se realizó un estudio para la caracterización de los residuos, teniendo en cuenta las políticas del Banco Iberoamericano de Desarrollo (BID) para el desarrollo del programa GIRSU-MENDIOLAZA 2020- 2025. Este programa pone de manifiesto la necesidad de adoptar una eficiente política de Gestión de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU), enmarcada en la Agenda 2030 de la Organización de la Naciones Unidas (ONU).

En ese estudio se concluyó que el 20.78% de los residuos generados podrían ser recuperados. El 42.06% correspondía a materiales orgánicos que son fácilmente recuperables a través de compostaje y el 38.72% corresponde a plásticos y vidrios que pueden ser recuperados en plantas de tratamiento. Allí, en esta necesidad de disponer adecuadamente de los reciclables, entra en vigencia el convenio con la cooperativa RECICAL.

De esta forma, el municipio se hace cargo de la recolección y posterior traslado de los residuos, hasta la planta de la cooperativa ubicada en La Calera. Actualmente, se están realizando cuatro viajes semanales. El presidente de la cooperativa destaca “Mendiolaza está trasladando más de 20 mil kilos por mes, pero en el reciclado hay que entender que no es lo mismo el peso que el volumen. En reciclado el volumen es inmensamente superior a lo que grafica el peso en kilos”, refiriendo a la complejidad que implica el acopio de estos materiales para la cooperativa.

El convenio que RECICAL tiene con Mendiolaza está vigente hasta diciembre, con posibilidad de prórroga automática. Sin embargo, Pedernera aclara que este acuerdo está sujeto a la situación económica actual. “Si seguimos así, no vamos a poder seguir brindando el servicio, y los municipios van a tener que ver qué hacen con todos los materiales reciclables”, advierte. En el mismo sentido insiste en remarcar que la solución pasa por un mayor compromiso de las autoridades locales y provinciales, que hasta ahora no han brindado el apoyo necesario. “Necesitamos que nos ayuden, porque si desaparecemos, los municipios van a tener que gastar mucho más en la gestión de los residuos”, alerta. Pese a las reuniones mantenidas con el área de Ambiente de Mendiolaza hace algunos meses, no se ha logrado ningún acuerdo concreto. «Nos dijeron que iban a analizarlo, pero todavía no hemos tenido una respuesta», señala.

Una iniciativa comunitaria que creció con el esfuerzo colectivo

Fundada hace 14 años, RECICAL comenzó como una pequeña iniciativa impulsada por Pedernera, quien, además de su labor en la cooperativa, es bombero voluntario. “Siempre me gustó ayudar y hacer cosas por la comunidad”, comenta. El proyecto surgió cuando él y su equipo comenzaron a limpiar los desechos plásticos que la gente dejaba en la costa del río. “Empezamos a juntar todo el plástico que encontrábamos y se acumuló tanto que no sabíamos qué hacer con él”, relata.

El punto de inflexión llegó cuando la cooperativa vendió ese plástico a una fábrica local, lo que permitió comprar contenedores para expandir su recolección. A partir de ahí, la comunidad respondió de manera positiva, y con el apoyo de los vecinos, RECICAL comenzó a crecer. «Jamás pensamos que íbamos a tener una planta con 17 chicos trabajando», afirma Pedernera.

En la actualidad, la cooperativa no solo emplea a 17 personas de manera directa, sino que también sostiene a otras 35 familias de manera indirecta, a través de la compra de materiales que estas recolectan. A lo largo de los años, RECICAL ha mantenido una relación cercana con los municipios de Saldán, La Calera y Mendiolaza, ofreciendo un servicio que ha ayudado a las ciudades a reducir significativamente sus desechos sólidos.

El impacto social y ambiental de RECICAL en la comunidad

“Hemos trabajado mucho en concientizar a la gente sobre la importancia del reciclaje”. Peligra el reciclaje en Mendiolaza

A lo largo de los años, RECICAL ha jugado un rol crucial no sólo en el manejo de residuos, sino también en la educación ambiental de la población. La cooperativa junto al municipio, implementó una serie de iniciativas, como la colocación de etiquetas con códigos QR en las bolsas de recolección, para que los vecinos puedan aprender qué materiales son reciclables y cómo deben ser separados. “Hemos trabajado mucho en concientizar a la gente sobre la importancia del reciclaje”, explica Pedernera. Sin embargo, advierte que gran parte de ese esfuerzo se perderá si la cooperativa deja de funcionar, ya que la infraestructura educativa que han creado dejaría de estar disponible para los ciudadanos.

Además de su impacto ambiental, RECICAL ha sido fundamental en la creación de empleo genuino. A diferencia de otras cooperativas, Pedernera subraya que la suya no recibe ningún tipo de subsidio, lo que convierte a los puestos de trabajo en un logro aún mayor. “Nosotros generamos mano de obra genuina, sin depender de ningún tipo de ayuda externa”, subraya.

La labor de la cooperativa también ha fomentado una cultura del reciclaje en Mendiolaza y otras ciudades vecinas. Pedernera destaca el caso de Mendiolaza como un ejemplo de cómo una comunidad puede adoptar hábitos sostenibles a través de la colaboración con una cooperativa local. “Perder todo eso sería una locura”, comenta, al referirse a la posibilidad de que cierren sus puertas.

Un llamado a la acción

A pesar de los desafíos, Pedernera mantiene la esperanza de que el proyecto pueda ser rescatado.

“Somos lo que somos gracias a la comunidad. La comunidad es la que nos ha ayudado a llegar hasta acá”, afirma, destacando el papel fundamental que los vecinos han jugado en el crecimiento de RECICAL. Desde su creación, la cooperativa ha sido un esfuerzo conjunto entre los trabajadores y los ciudadanos, quienes han adoptado hábitos de reciclaje y han colaborado activamente en el proceso.

Hoy el destino de RECICAL depende de una combinación de factores, desde el apoyo institucional hasta el compromiso de la comunidad. “Si nosotros desaparecemos, se pierde mucho más que una planta de reciclaje. Se pierde un proyecto que ha transformado la manera en que la gente ve sus residuos, y se pierde un futuro más sostenible para nuestra comunidad. Van a empezar a aparecer los basurales a cielo abierto, porque van en ese camino de que esto no tiene ningún valor” concluye con pesar Pedernera

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