El relato de la víctima
El domingo por la noche, mientras se jugaba la final de la Copa América un grupo de hombres armados y encapuchados ingresaron a una vivienda de Unquillo, sometieron a los tres residentes y robaron objetos de valor y huyeron. En septiembre pasado, sucedió un atraco como el de Unquillo en Mendiolaza. Francisco Etchemendy, víctima de aquel hecho, decidió hablar ahora, ante la similitud entre ambos episodios delictivos, convencido de que se trata del mismo grupo de delincuentes.
El atraco en Unquillo
Un grupo de al menos seis delincuentes armados asaltó una vivienda en barrio Lomas del Cigarral, en Unquillo, el domingo por la noche. Los tres residentes, un hombre, su esposa y una sobrina, estaban viendo la final de la Copa América entre Argentina y Colombia cuando el perro comenzó a ladrar. Mientras el hombre salió a ver qué pasaba, las mujeres vieron a un intruso en una cámara de seguridad, por lo que cerraron la puerta y activaron la alarma. Sin embargo, los delincuentes rompieron una ventana con la culata de una pistola y entraron a la casa.
Los ladrones, jóvenes y con el rostro cubierto, ataron a las víctimas y las encerraron en un baño tras ordenarles desactivar la alarma. Robaron varios objetos de valor, incluyendo computadoras y celulares, y se marcharon caminando tranquilamente.
Aunque los habitantes del inmueble activaron la alarma, no llegó la policía ni el servicio privado de seguridad contratado realizó la llamada a la fuerza de seguridad.
Las víctimas rastrearon una de las computadoras robadas hasta una casa a 10 cuadras de distancia. Al buscar a la policía, inicialmente no encontraron a nadie y, finalmente, seis agentes les informaron que no podían actuar sin una orden judicial, limitándose a tomar la denuncia.
Las víctimas, en entrevistas en diversos medios, aseguraron que desde la Fiscalía “no hacen nada” y Unquillo “se convirtió en una zona tomada” por “un grupo de 10 delincuentes” que roban y aterrorizan en lo que parece ser una zona liberada.
Tras la difusión del enojo de la víctima, se dispuso una serie de allanamientos en barrio Villa La Lonja, en Córdoba. El miércoles fue detenido un joven de 22 años y se secuestraron elementos relacionados a la causa.
Un caso idéntico, en Mendiolaza
El 7 de septiembre del año pasado, la familia Etchemendy sufrió un hecho de las mismas características que el sucedido en Unquillo.
Demendiolaza sólo publica información policial suministrada por la Policía o por víctimas o testigos directos de los hechos, y en ese momento la familia prefirió no hacer declaraciones. Pero ante lo ocurrido en la ciudad vecina, Francisco Etchemendy decidió contar lo ocurrido y, al mismo tiempo, reclamar por la falta de acción de la Justicia en su caso.
«Un viernes a las 22:45, estábamos en casa con mi mujer y una de mis hijas y la puerta del comedor estaba sin llave. En ese momento estaban jugando un partido por la eliminatoria del próximo Mundial Argentina y Ecuador. Al otro día con mi mujer nos íbamos a un viaje de unos días. Y bueno, se metieron cuatro monos justo por la puerta esa que había quedado sin llave. Yo creí que era mi nieto, que siempre me hace la broma de entrar a escondidas. Me agarraron de espalda, me reventaron la cabeza con las miras de las armas, me cortaron toda la cabeza, me pegaron con la punta del caño entre dos.
Traté de sacudirme a los tipos que me estaban pegando. De hecho, le agarré el arma a uno y se me resbaló con la sangre, porque estaba bañado en sangre por los cortes que me hicieron en la cabeza. Me tiraron abajo de la mesa aparecen mi mujer y mi hija. y bueno, se armó una batahola terrible porque mi hija se resistía.
Pedían plata, plata, a los gritos. Se metieron para la pieza, revolvieron todo, se llevaron todo lo que ellos quisieron, joyas, dinero, unos anteojos recetados que acababa de traer la óptica, toda la documentación que teníamos. Mi hija no se dejó doblegar, luchó todo el tiempo. Mi mujer les daba todo, le sacaron todas las alhajas, cadenitas que yo le había comprado por los 20 años juntos, regalos que le hice cuando nacieron las hijas, objetos personales, se llevaron todo. Me dejaron a mí en el suelo, en un charco de sangre y salieron corriendo en un auto blanco.
En el acto, mi mujer avisó por el grupo de seguridad. Empezaron a llegar los familiares que estaban cerca de casa, los vecinos, algunos funcionarios municipales vinieron. De hecho, uno ahora es el jefe de Seguridad Ciudadana y el otro el ex secretario de Gobierno. Llegaron en menos de cinco minutos, tenía la casa con un montón de gente. Pero el primer patrullero llegó 10 minutos después de que terminó el partido».
Sin novedades en la causa
«Reconocimos a por lo menos dos de los tipos, por la voz y por los rasgos y por los movimientos que hacían. Son sobrinos de un ex empleo que me traicionó, que sabía que se me había roto la cámara de vigilancia. Le dijimos todo eso a la policía, nombre, apellido, dónde vivía, cómo se llama la madre, y me fui de viaje. Y nunca los detuvieron. Cuando volví, uno de los oficiales que se hizo cargo de la investigación, nombrado por la Fiscalía Cuarta, que creo que es la misma que está ahora con este caso del robo de Unquillo, me dijo que había llenado carpetas y carpetas con datos, que las había entregado y que estaba esperando instrucciones. Y una vez por mes lo llamo y sigue esperando instrucciones.
A los dos meses, tres meses de haber pasado esto, el mismo choro que me rompió la cabeza a fierrazos, pasaba despacito por casa, mirando la cámara, y señalando para mi casa. Tres días seguidos. Busqué un auto y lo seguí, cuando se sacó el casco, era él. Todos los días a la misma hora, pasaba para ficharme la casa. Amplié la denuncia, perdí días enteros, horas y horas, y nadie hizo nada. No hubo forma de que hagan nada».
Más casos similares
«Entonces, yo empecé a seguir esos casos. Uno conoce la zona, anda, trabaja en el área de la Sierras Chicas. Y parece que cada vez que hay un partido, hay un asalto.
Hay varios casos en barrio cerrados. En Chacras del Noreste, que está frente al frigorífico Estancias del Sur, en cada partido que hay les entran a robar. Y con el mismo modus operandi: cuatro o cinco, encapuchados, bajitos, loa golpean y se llevan no muchas cosas, pero sí cosas de mucho valor. Alguna arma, alguna alhaja, plata, y rajan. Y son los mismos.
En Sierras Chicas, es impresionante la cantidad de robos de ese tipo. Ya no te llevan la carretilla, la bicicleta, el casco que dejaste afuera. No, entran de caño ahora, son operativos comando que hacen. ¿Cómo puede ser que esto sigue igual, que no hayan agarrado a uno solo? Y esto hace por lo menos dos años y medio que está funcionando así. Entran de caño, te revientan, y te violentan las familias».