Un humorista en Mendiolaza

El Flaco Peña: «Me tuve que reinventar para seguir haciendo reír»

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Un humorista en Mendiolaza

El Flaco Peña, referente del humor cordobés, ha transitado una carrera marcada por la risa, la adaptación y el respeto por su público. Con más de dos décadas viviendo en Mendiolaza, su experiencia es un testimonio de cómo el humor evoluciona con la sociedad. “Para ser humorista hay que ser inteligente”, dice, y bajo esa premisa ha ido adecuando su manera de hacer reír a los nuevos tiempos, sin perder su esencia.

En los próximos días Peña se sumará al espectáculo Una sonrisa y dos Rundunes, que Carlos Allievi y Raúl César estrenarán en Mendiolaza.

Un humor en constante transformación

«Vos no podés contar hoy día cuentos de rengos, de sordos, de ciegos, de petisos, de negros, de gays, porque todo el mundo está susceptible», explica Peña. «Pero hay chistes que son muy graciosos. Lo que hago ahora es modificar el enfoque: si cuento un chiste sobre un rengo, digo que tengo un primo al que se le cayó una morsa en el pie y quedó rengo. Entonces, es mi primo el personaje del chiste».

Esta estrategia le permite seguir apelando a la gracia de las situaciones sin que su humor sea percibido como una burla. «Siempre cuando vos le hagas notar a la gente que lo que buscás es arrancarle una sonrisa y no burlarte de alguien, la gente te acompaña», afirma.

Además, el Flaco Peña mantiene firme una línea que ha seguido durante toda su carrera: «Nunca usé la pornografía verbal. Pienso que se puede hacer reír sin caer en la chavacanería. Mirá a Luis Landriscina, que jamás dijo ni ‘caramba’, y nos hizo reír toda la vida».

La llegada a Mendiolaza

El camino del Flaco Peña hasta Mendiolaza estuvo marcado por el destino. En 1999, tras una separación, fue a una peña en Tonos y Tóneles con un amigo, quien intentaba animarlo. Allí, una cadena de casualidades lo llevó a conocer a Alicia Centineo, «la payasito Alicia», quien durante muchos años animó los carnavales infantiles. «Empezamos a charlar, se me fue el colectivo, y bueno…», recuerda.

Alicia fue su compañera de vida hasta su fallecimiento en 2014. «Era un ángel en la tierra», dice. «Para entonces ya tenía mi casa acá, había nacido mi hijo Nahuel, y Mendiolaza se convirtió en mi lugar en el mundo».

Pese a vivir en la ciudad hace más de 25 años, reconoce que su círculo social sigue estando en Córdoba. «Tengo pocos tratos con la gente de acá, pero ahora estoy queriendo incorporarme más, me integré al Coral Mendiolaza para hacer cosas».

De la música al humor

De la música al humor. Un humorista en Mendiolaza

El humor no fue su primera elección. «Yo cantaba en las peñas y no lo hacía mal, porque me convocaban», recuerda. Un día, mientras cantaba una chacarera en un club de Córdoba, el público empezó a pedir «Aro, aro, aro».

«Empecé a improvisar, la gente se reía, y me olvidé de qué chacarera estaba cantando. Ahí vi que había una beta humorística».

El destino lo llevó a vincularse con la mítica revista Hortensia. «A dos cuadras de mi casa estaba la imprenta donde se hacía. Me hice amigo del diagramador, empecé a mandar chistes, y después formé parte de la obra Hortensia se divierte«.

Su despegue definitivo llegó cuando ganó un certamen de humoristas. «Participé por curiosidad y lo gané. No se grabó el disco prometido ni se hizo el viaje, pero me di cuenta de que esto era lo mío». Desde entonces, recorrió peñas, festivales y pubs, hasta que en 2005 logró llegar al Festival de Cosquín.

La noche épica en Cosquín

«Yo me preparé como si fuera a debutar en River», cuenta sobre su llegada al Festival Nacional del Folklore. «Armé un repertorio nuevo, me concentré, y la aceptación del público fue tan grande que no dejaban hablar a los locutores, pedían otra y otra».

Paradójicamente, este éxito generó un efecto inesperado: «Parece que jugó en contra, porque durante casi 10 años no llevaron humoristas a Cosquín».

De aquella noche también salió uno de sus mayores éxitos, Andá salvate, una parodia del Chaqueño Palavecino que se volvió viral y lo llevó a ser convocado en numerosos festivales.

La inteligencia de saber hacer reír

«Hay formas nobles de hacerlos reír sin herir a nadie». Un humorista en Mendiolaza

El Flaco Peña ha sabido navegar los cambios culturales con inteligencia y astucia. «El público de Córdoba es exigente y muy inteligente. Si vos entrás bien, la gente entiende que no los estás subestimando», explica.

Ejemplifica con anécdotas de su carrera, como la del rengo Quintero, un humorista con discapacidad motriz que incorporó al mundo del humor. «Contaba cuentos sobre minusválidos porque él mismo los vivía. Tenía uno que decía que había comprado una bicicleta con su hermano ciego: ‘Yo manejo y vos pedaleá'».

Para Peña, la clave es que el público perciba la intención detrás del humor: «Si la gente entiende que no es burla sino una situación graciosa, te acompaña».

Con más de 40 años de trayectoria, el Flaco Peña sigue reinventándose, demostrando que la risa no tiene que ser ofensiva para ser efectiva. «La gente quiere reírse, y hay formas nobles de hacerlos reír sin herir a nadie». En tiempos de sensibilidad extrema, su humor se mantiene fiel a una tradición: la de provocar carcajadas con respeto e ingenio.

Fotografías gentileza de Rocha Fotos

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